8 de febrero de 1785: Natalicio de Martín Miguel de Güemes

“Mis afanes y desvelos no tienen más objeto que el bien general y en esta inteligencia no hago caso de todos esos malvados que tratan de dividirnos. Así pues, trabajemos con empeño y tesón, que si las generaciones presentes nos son ingratas, las futuras venerarán nuestra memoria, que es la recompensa que deben esperar los patriotas” Martín de Güemes

Segundo hijo varón de don Gabriel Güemes Montero y de doña María Magdalena de Goyechea y de la Corte, nació en Salta el 7 de febrero de 1785, siendo bautizado con los nombres de Martín Miguel Juan de Mata, estos últimos acorde al santoral del día.

Ingresó en su infancia como cadete en la compañía del regimiento Fijo acantonada en dicha ciudad y como integrante de esa unidad, luchó contra las fuerzas británicas que atacaron a Buenos Aires en 1806 y 1807. Su valerosa actuación le valió ser ascendido por Liniers primero a alférez graduado y luego al grado de teniente de milicias de granaderos.

Salta fue una de las primeras ciudades del virreinato en que se pronunciaron en favor de la junta de gobierno de 1810. Y Güemes, por su parte, fue de los primeros que resolvieron incorporarse a las filas de la Expedición Auxiliadora al Alto Perú.

Tuvo participación destacada en la batalla de Suipacha, donde como señaló años más tarde el Cabildo de Salta “se cubrió de gloria”. Al producirse la derrota de Huaqui, fue en ayuda de Juan Martín de Pueyrredón que acosado por los realistas, se retiraba de Potosí conduciendo los caudales de la Casa de Moneda. Ya con el grado de teniente coronel, participará en campañas y acciones para recuperar parte del territorio en poder de los españoles.

Apenas asumida por San Martín a principios del año siguiente la jefatura del Ejército del Norte, éste pone su confianza en Güemes para llevar adelante la guerra de partidas contra las tropas del virrey del Perú que intentasen avanzar hacia el sur.

A fines de noviembre de 1815, tras ser derrotado en Sipe Sipe, Rondeau intentó quitarle 500 fusiles a los gauchos salteños. Güemes se negó terminantemente a desarmar a su provincia. Rondeau, parecía más preocupado por escarmentar a Güemes y evitar el surgimiento de un nuevo Artigas en el Norte que por aunar fuerzas y preparar la resistencia frente al inminente avance español. Finalmente, el 22 de marzo de 1816 se llegó a un acuerdo: Salta seguiría con sus métodos de guerra gaucha bajo la conducción de Güemes y brindaría auxilio a las tropas enviadas desde Buenos Aires.

A partir de ese momento Güemes y sus gauchos se convirtieron en la barrera infranqueable que impidió a los españoles concretar sus objetivos por la frontera norte, logrando sólo transitorias ocupaciones del espacio patrio.

Declarada la independencia nacional, Belgrano asumió el comando en jefe del Ejército del Norte y Güemes se hace cargo de la extrema línea de defensa. Son éstos, los grandes años del héroe salteño, los años de la guerra gaucha;  Güemes será ascendido a coronel mayor siendo el 6 de mayo de 1815 gobernador de Salta, designación que hizo también Jujuy seis meses después.

Sus soldados lucieron sobre el uniforme un escudo de paño con la leyenda “A los heroicos defensores de Salta”, gracias a esas tropas y a ese jefe, San Martín pudo preparar en Cuyo el ejército que le permitió llevar adelante el Plan Continental.

Los gauchos de Salta solos están haciendo al enemigo una guerra de recursos tan terrible que lo han obligado a desprenderse de una división con el solo objeto de extraer mulas y ganado“.  José de San Martín

Seis invasiones realistas fueron detenidas por Güemes y sus gauchos. Se estrellaron contra los hombres de Güemes -los “Infernales”- que obedecían al caudillo

«La nación sabe cuántos y cuán grandes sacrificios tienen hechos la provincia de Salta en defensa de su idolatrada libertad y que a costa de fatigas y de sangre ha logrado que los demás pueblos hermanos conserven el precio de su seguridad y sosiego; pues en premio de tanto heroísmo exige la gratitud que emulamos de unos sentimientos patrióticos contribuyan con sus auxilios a remediar su aflicción y su miseria”  Martín de Güemes

Liberado Chile, San Martín comprometió enseguida sus esfuerzos para marchar al Perú. Su expedición se hizo por el mar y fue el brazo de la tenaza que deberá cerrarse sobre los realistas que aún dominan la tierra conquistada por Pizarro; el otro brazo debió accionar desde el norte argentino y operar por las regiones altoperuanas con la conducción de Güemes.

La provincia de Salta, terror y antemural del enemigo común, debía ahora hacer el último esfuerzo y articular el brazo armado de sus hijos con el de los compatriotas que habían hecho ya pie en las costas peruanas.

Un año difícil fue 1821 para el norte argentino. Con el enemigo enfrente, empedernidos realistas siempre dispuestos a atacar, afloraron otra vez las disidencias internas. Desatadas las pasiones chocan entre sí tucumanos y salteños, jujeños y santiagueños, llegándose así al momentáneo derrocamiento del gobernador Güemes; aunque bastó la sola presencia de éste en la ciudad de Salta para poner bajo sus órdenes a los soldados que debían atacarlo.

En la noche del 7 de junio de 1821, Güemes se encontraba en la casa de su hermana Magdalena, cuando hasta la ciudad llegó una partida española que logró infiltrarse, el caudillo recibió una herida de bala en la espalda, que diez días más tarde le causó la muerte.

Después de ser herido, el general fue conducido por sus hombres a la finca de los Nogués donde estaba su campamento y tuvo ocasión todavía de reafirmar sus altos ideales de liberación de la tierra patria. Teniendo por testigo a un parlamentario enviado por Olañeta, hizo jurar sobre el pomo de su espada al Cnl Vidt que continuaría la lucha hasta que el suelo natal quedara liberado.

Murió el 17 de junio de 1821 en la Cañada de la Horqueta. El pueblo salteño concurrió en masa a su entierro en la Capilla de Chamical y el 22 de julio le brindó el mejor homenaje al jefe de la guerra gaucha: liderados por el coronel José Antonio Fernández Cornejo, los gauchos de Güemes derrotaron a “Barbarucho” Valdés y expulsaron para siempre a los españoles de Salta.

El General Güemes y la falsificación de monedas en el Noroeste Argentino

A partir de 1810, adherida Salta a la causa de Mayo enfocó todos sus recursos a defenderla de las ofensivas realistas dirigida desde Lima. Esto la convirtió en epicentro de la guerra, disminuyendo considerablemente su comercio, concentrando todo sus recursos materiales y humanos en la defensa patriótica.

A pesar de las donaciones de las familias ricas de Salta, al prolongarse el enfrentamiento armado (gran devorador de recursos), el comercio y la actividad productiva se resintieron aún mas.

Al perderse la ceca de Potosí, se produjo en todo el norte argentino una notable escases de monedas y minerales, lo cual trajo consigo la desaparición de las monedas con el busto del Rey, quedando solamente las antiguas Macuquinas.

Mientras más prolongada fue la contienda, mayor fue la crisis comercial económica y social, acentuando tensiones preexistentes.

A medida que las macuquinas, también comenzaron a escasear, las provincias de Salta, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, fueron invadidas por piezas de baja ley, fabricadas en talleres clandestinos que imitaban los cuños macuquinos. Estas piezas no respetaban la ley y en algunos casos se utilizaron metales viles, como el estaño, cobre y otra aleaciones.

Enterado Güemes de lo que sucedía el 11 de Octubre de 1817, tomo cartas en el asunto y dirigiéndose a Belgrano le escribe:

«… Trato de cortar de raíz y castigar en la juridicción de mi mando, el cancer del sellado falso… Al intento es preciso que el dinero que sellaron, se rescate a costa de los monederos, para reparar el perjuicio que han causado al público; que se reselle por cuenta del Estado para auxiliar a estos pueblos…»

También en dicha carta mencionará a los encargados de realizar dicho labor

«…sirva despacharme a la mayor brevedad al tallista D. Pedro Benavídes y a Lorenzo su oficial…tienen todo los instrumentos necesarios y que solamente ellos pueden hacer cordón legítimo a las monedas»

Por su parte, Güemes el 26 de Octubre de 1817 dio a conocer una proclama en la cual se obligó a recibir tanto la moneda cortada o de cordón de falso sello, e hizo saber que esas piezas debían ser presentadas en el término de diez días a fin de ser remarcadas, y quien se atreviera a reincidir en ese atroz delito seria pasado por las armas en el término de 24 horas y se le confiscaría todos sus bienes.

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Sin embargo, a pesar de los esfuerzo realizado por Güemes, en vez de mejorar o seguir igual, la situación empeoraria:

«…ademas del malísimo estado anterior de la plaza, se ha puesto ahora mucho peor, por que ni el comerciante tiene ganas de vender…ni los particulares pueden comprar…»

Por esto, el Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata se pronunció, el 17 de marzo de 1818, en el sentido de que se debía recogerse la falsa moneda e inutilizarla sin indemnizar a los tenedores de ella. Frente a esto y acatando lo resuelto por el Congreso, Güemes dio a conocer un bando por el cual ordenaba la recolección de las monedas falsas comprometiéndose a gestionar la indemnización pertinente.

 

Fuentes:

 

 

 

 

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