Como bien se describe en la efemérides del 26 de Marzo, a fines de 1825 comienzan las tratativas para crear un nuevo banco producto de la suspensión de pagos en metálico. La decisión requería cierta urgencia, ya que había temor, dado el contexto de la guerra con Brasil, de que las reservas metálicas y el dinero obtenido del empréstito Baring se gastaran rápida y completamente en el financiamiento del conflicto bélico y ya no quedara base metálica sobre la cual intentar construir un orden monetario.
Por este motivo, el 28 de enero de 1826 se establece bajo ley la fundación del Banco Nacional, denominado oficialmente Banco de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El 11 de febrero de 1826, las oficinas de la «manzana de las luces» donde había funcionado el Banco de Buenos Aires, se reabrieron con la nueva denominación, para continuar sirviendo a la misma clientela en sus operaciones habituales. Esta sociedad mixta, nacida en plena guerra, debió afrontar la presión emisionista del gobierno unitario, que presidía Bernardino Rivadavia.
La ley de creación establecía:
«…El capital del banco será de diez millones de pesos. Los diez millones de pesos serán enterados.
- Por los tres millones que están en administración, resultante del empréstito realizado por la provincia de Buenos Aires
- Por el millón que hace el capital del banco de descuento
- Por una suscripción que se abrirá en todo el territorio de la República
- La suscripción se hará en acciones de a 200 pesos
- La suscripción quedará abierta por el término de un año en el territorio de la República, en la forma siguiente: – En Buenos Aires por cuatro meses, y por ocho en las demás provincias»
(Recopilación de leyes y decretos promulgados en Buenos Aires desde el 25 de mayo de 1810 hasta fin de diciembre de 1835)
Cabe aclarar, en relación a los fondos obtenidos del Banco de Descuento que gran parte ya se había pagado en billetes, o a base de créditos del mismo establecimiento. A pesar de ello, para impresionar bien a los accionistas y a la Bolsa de Londres, cada acción antigua de 1000 pesos fuertes, se canjearía por siete nuevas acciones de 200 pesos fuertes, obteniendo con ello una rentabilidad del 40 %.
Por otra parte, y en relación al empréstito Baring, el economista Pedro Agote aclara que este capital tampoco era real, pues ya se había consumido en la guerra, descomponiéndose el saldo en descuentos a particulares y «Letras de Tesorería». De este empréstito no existía más dinero en efectivo que la insignificante suma de 20 mil pesos fuertes.
En septiembre de 1826, es decir 9 meses después de su fundación el total suscripto apenas había llegado a 781.000 pesos fuertes y lo realizado a 420.000.
Juan Bautista Alberdi, lo expresa con claridad:
«Empezó con el capital de 4.741.200 pesos, de los cuales 3 millones, procedentes del empréstito inglés de Buenos Aires, eran del gobierno. La deuda del gobierno al banco era, desde entonces, de 9.422.565 pesos y toda su existencia en caja de 636.044 pesos. El banco nacía fundido.» (Alberdi, 1895, p. 374)
Con esta insuficiente base metálica, y haciéndose cargo de las responsabilidades del Banco de Descuentos, (con una emisión de 2.7 millones de pesos fuertes) surgió el nuevo banco -que podía contar con el privilegio del monopolio de emisión por diez años resolviendo una situación política apremiante, pero no tenía los fundamentos de una institución política sólida y verdadera.
Se debe agregar que la ley de creación manda que los billetes sean en todo el territorio de la República moneda corriente por su valor escrito, dándoles curso legal y forzoso. Sin embargo, estos billetes no circularon fuera de Buenos Aires, pues eran vistos en el interior del país como un instrumento de dominación de los porteños y de los ingleses, accionistas de la institución bancaria.
Bajo esta situación real e increíble, el Congreso sancionó simultáneamente la inconversión del papel moneda, con lo cual crea, de hecho, el peso moneda corriente como unidad monetaria distinta del peso de plata. Nace con ello un largo período de inconvertibilidad.
Inmediatamente surge el problema de la moneda de pago en los contratos pactados entre deudores y acreedores antes de la inconversión en pesos. Los deudores desean liberarse entregando la cantidad de pesos moneda corriente que ha sido pactada, y los acreedores reclaman la cantidad de pesos de plata o su equivalente en pesos moneda corriente al tipo de cambio del día.
«… Una ley de 1828 restablece la equidad en las transacciones al disponer que todo contrato anterior a la inconversión se considera contraído en metálico, en tanto que los contratos posteriores, sin una condición expresa de cumplirse en metálico, se consideran satisfechos con la entrega de billetes de banco.»
(Alemann, 1990, p. 64)
A pesar de todo, el Banco Nacional también intentó financiar al erario público. Cinco meses después de su fundación, el nuevo banco duplicó su emisión, que llega a 5.418.000 pesos, y la cotización del metálico asciende a 138 %.
La consecuencia lógica fue que el peso moneda corriente se deprecia con relación al peso de plata hasta siete veces al comenzar la década de 1830. Correlativamente la onza de oro, en su relación de una a diez y siete con la onza de plata, vale hasta 120 pesos moneda corriente.
Tras años de conflicto con el Brasil y la guerra civil entre unitarios y federales en su máximo esplendor, Juan Manuel de Rosas es designado gobernador. Su primer gobierno es de orden, en reacción a la anarquía recurrente, propia del contexto bélico comentado. Concretando así las expectativas de quienes a su inicio, lo habían proclamado «Restaurador de las leyes e Instituciones de la Provincia de Buenos Aires». Sin embargo los siguientes tres años volvieron a estar marcados por la inestabilidad.
Aunque el banco se llamaba «de las Provincias Unidas del Río de la Plata», en la práctica era de la provincia de Buenos Aires, y sufría las consecuencias de la crisis y los años de sequía. Su situación llegó a ser tan precaria, que sus autoridades gestionaron en 1833 la disolución anticipada de la sociedad mixta, y hasta anunciaron al público el cese de actividades a partir del 31 de diciembre de 1833. En vísperas de esa fecha, la gestión se dejó sin efecto, pero la confiabilidad de la empresa había sufrido tan rudo golpe, que ni sus accionistas se entusiasmaron ya por su futuro. Asambleas sin cuórum y acciones depreciadas, indicaban el estado de una sociedad cuyo capital previsto hasta 10.000.000 de pesos, no pudo sobrepasar los $5.181.800
Finalmente, por decreto del 30 de mayo de 1836 y cumpliendo con el plazo de 10 años, se concretaron estas decisiones.
«Considerando que la carta del Banco Nacional ha terminado: que la moneda corriente esta exclusivamente garantida por el Gobierno, quien es deudor de al público que el Banco solo ha prestado al Tesoro del Estado la estampa de unos billetes, y que el Gobierno es accionista del establecimiento por casi tres quintas partes de su capital, con otras consideraciones demasiado notorias, de las que el Gobierno no puede ni debe prescindir, ha acordado y decreta:- Art. 1° : Queda disuelto desde esta fecha el Banco Nacional.»
(Recopilaciones de leyes numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda.)
Bibliografía:
- Agote, Pedro (1881). «Informe sobre la Deuda Pública, Bancos y Emisiones de Papel
Moneda, y Acuñación de Moneda, en la República Argentina», Buenos Aires, Tomo I. - Alberdi, Juan Bautista (1854). Sistema Económico y Rentístico de la Confederación
Argentina según su Constitución de 1853. Buenos Aires. - Alberdi, Juan Bautista (1895). Capítulo 6: Bancos, en Escritos póstumos. Estudios
Económicos, Tomo I, Buenos Aires, pp. 357-421. - Alemann, Roberto T. (1990). Breve historia de la política económica argentina 1500-1989, Buenos Aires: Editorial Claridad.
- http://museobancoprovincia.com
- Ravier, Adrián. «Monopolio de emisión y curso forzoso en Buenos Aires (1822-1880)».
- Recopilación de Leyes y Decretos promulgados en Buenos Aires desde 25 de Mayo de 1810 hasta fin de Diciembre de 1835.
- Recopilaciones de Leyes Numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda.
- Ternavasio, M. (2007): «Historia de la Argentina, 1806-1852» (1ª edición). Siglo XXI Editores Argentina.