En nuestro día, recordamos al Maestro

 Luciano Pezzano

Este 13 de abril será el primer Día de la Numismática Argentina sin la presencia física de nuestro querido maestro y Presidente Honorario Arnaldo J. Cunietti-Ferrando, insigne investigador numismático que nos dejara el pasado 3 de noviembre.

Pero sigue presente entre nosotros, no solamente en su espíritu y en el recuerdo de todos quienes lo admiramos y procuramos seguir sus pasos, sino también a través de su vastísima obra, cuya producción incesante no pudo ser detenida ni siquiera por la fragilidad del cuerpo mortal.

Porque hace tan solo un mes, el pasado 13 de marzo, en el Auditorio de la sala David Viñas de la Biblioteca Nacional, fue presentada su libro póstumo: «Las Chacaritas de Buenos Aires y sus habitantes», obra que si bien no es de numismática, comparte la misma pasión con la que abordaba  todas sus investigaciones.

La obra sintetiza una investigación de más de 30 años, a la que el Maestro Arnaldo siempre se refería con un especial fervor y afecto, lo que a los cultores de la numismática nos provocaba una suerte de celos escuchar, porque sentíamos que nuestra amada disciplina pasaba a un segundo plano por un momento. Pero al poco de reflexionar comprendíamos que nuestros celos –si es que cabe el término– eran infundados, pues en su intelecto incansable y en su amplio amor por la historia, ambas pasiones podían convivir sin problemas.

El libro reconstruye la historia de las chacras de Buenos Aires desde el reparto original de las tierras en la Segunda Fundación en 1580, sus posteriores subdivisiones y la vida de sus propietarios y ocupantes, tarea que como puede apreciarse era monumental y requería dos virtudes en las que Arnaldo sobresalía: la pasión por la investigación y la devoción por la historia de Buenos Aires.

Su enorme talento le permitió combinar la rigurosidad del investigador con el olfato del divulgador, para hacer atractivo al lector un tema que en principio parece complejo y tal vez tedioso, pero que en la pluma del Maestro Arnaldo se transforma en un sinfín de historias de personajes porteños y sus familias, a través de las generaciones y sucesivos cambios de titularidad de las propiedades, lo que si bien simplifica la lectura, complejiza la investigación, como lo señala el propio Maestro: «… no se trata solo de recoger información catastral en las fuentes más diversas, tarea más de escribanos que de historiadores, el material así obtenido debe elaborarse y trabajarse para poder presentarlo en forma amena al público interesado y llenar esa sucesión de nombres de propietarios casi desconocidos, con sus historias de vida. Rescatar no solo quienes eran, sino también qué hacían y cómo vivían esos primitivos habitantes de las chacras y quintas de extramuros y salvarlos así de un inmerecido olvido».

A la presentación acudieron distinguidas personalidades del ámbito académico, quienes se refirieron tanto a la obra como a los méritos del autor. Sobre la obra de Cunietti, habló el especialista en esa temática, historiador y genealogista, Don Jorge Federico Lima González Bonorino, quien analizó y puso en valor el complejo trabajo llevado a cabo por el autor. A continuación, hicieron uso de la palabra para referirse a su colega y expresidente del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades el Doctor Manuel Martí, Presidente de la Academia Nacional de Medicina, el Embajador Eduardo Sadous, expresidente del Instituto, Roberto Elissalde, reconocido historiador y publicista y Carlos Vertanessian, historiador de la fotografía.

Para finalizar, y en representación del IFINRA, hizo uso de la palabra el Miembro Fundador y reconocido numismático rosarino Dr. Fernando Chao (h), quien efectuó una semblanza de la vida y obra numismática de quien fuera su amigo y colega por muchos años. Estas fueron sus palabras:

Si Arnaldo estuviera presente, le estaría diciendo “Egreggio” o “Distinto Amico”, porque debo confesar que su excesiva “italianidad”, me provocaba a usar mi genéticamente desconocido italiano macarrónico.
Por lo tanto, como si él estuviera presente, haré un racconto de nuestra historia en común, que no es otra cosa que la historia de la numismática y de los numismáticos de nuestra época en este último medio siglo. Nos conocimos hace más de 50 años. Ambos reverenciábamos a Jorge Ferrari, Humberto Burzio y Horacio Sánchez Caballero, entre otros. Ese grupo “joven”, estaba integrado por nuestro siempre recordado Osvaldo Mitchell, el Padre Penedo, Daniel Villamayor, Lorenzo Barragán Guerra, Arnoldo Efron y el entrañable Alberto Derman.
fe79b98f-a80a-4a3b-8418-730c9d18394eEsa combinación pujante de dos generaciones, conformaba la Asociación Numismática Argentina. En su revista, todos ellos publicaron interesantes artículos, pero Arnaldo, entre muchos aportes, hizo allí el más trascendental. No existía en el país, ningún catálogo práctico y moderno, de las monedas que circularon en nuestro territorio. Su aparición, implicó un cambio fundamental y llevó al estudio en mayor profundidad de las diversas emisiones, en el estilo que habían impuesto Ferrari y Pardo en su trabajo previo sobre las acuñaciones cordobesas.

A pesar de mi gran afecto personal por José María Gonzales Conde, otro de los prolíficos autores de la época, es justo reconocer que su presidencia vitalicia de la ANA, no permitía crecer a los demás estudiosos. Por ese motivo, el grupo más representativo, creó el Centro Numismático de Buenos Aires y en ese ámbito, Arnaldo decidió crear los ya históricos “Cuadernos”, en los que tenían cabida todos los nuevos estudios, y, con igual importancia, la reimpresión de los más raros o inhallables trabajos numismáticos del pasado.
Desde la Dirección del Museo del Banco de la Nación, que él también creara, proyectó el incremento de las investigaciones sobre monedas coloniales e independientes, mientras siguió editando con muchas incorporaciones y nuevos hallazgos, su catálogo de monedas argentinas. Fue el primer estudioso de nuestro país en consultar científicamente los archivos de la Casa de Moneda de Potosí y sus descubrimientos llevaron a un enorme adelanto en el conocimiento de esas monedas hasta entonces tan poco apreciadas. Tuvo una disputa con el peruano Don Ernesto Sellschopp, quien había publicado una importante obra en la Asociación Numismática Española, sobre las piezas anteriores al Juicio de los Ensayadores de  1652. Este autor se basó exclusivamente en las monedas de su excepcional colección, pero nuestro amigo, desde los documentos estudiados, fue quien, en esa discusión específica, tuvo al fin la razón.

No puedo dejar de mencionar al resto de nuestros amigos, con los que intercambiábamos información y datos precisos. Así como Arnaldo fue generosísimo con los aportes de todos los documentos e imágenes que podía brindarnos, también lo fueron Carlos Alfredo Zemborain, Jorge Luciani, Hugo Puiggari, Manuel Padorno y Jorge y Carlos Janson. También, es imprescindible referirme al inolvidable Emilio Paoletti, quien investigó con verdadera pasión las monedas potosinas y de ellas dedujo tantas conclusiones ciertas, y lo hizo estudiando concienzudamente los cuños que las fabricaron. Éste último, con enorme generosidad, puso siempre sus piezas y sus conocimientos, a disposición de todos los estudiosos. Junto con la mayoría de los nombrados, ambos fuimos miembros del Instituto Bonaerense de Numismática y Antigüedades, que él presidiera hasta su fallecimiento.
Arnaldo publicó trabajos sobre la Ceca de Potosí desde sus inicios, los que reunió en un excepcional volumen en el que relataba su historia entre 1573 y 1652. Pero no eran solamente las monedas su único interés. Presentó a un concurso en el que yo fui llamado a actuar como jurado, un gran estudio sobre las que podríamos llamar “medallas clásicas argentinas”, desde las Juras de Buenos Aires a Fernando VI en 1747, hasta las acuñadas en el año de 1880. El excepcional valor de este aporte, es que cada pieza lleva la descripción de la clave histórica que permite apreciarla en todo su interés o rareza. Desde el trabajo de Alejandro Rosa de fines del siglo XIX, no se había producido una obra de tal magnitud.
Tampoco faltaron trabajos sobre papel moneda como su estudio sobre los bancos emisores de Mendoza entre 1866 y 1882. En los últimos tiempos estaba trabajando junto a otro joven investigador, sobre las emisiones monetarias de la Provincia de Entre Ríos, lo que había sido un antiguo anhelo suyo. Entre los proyectos que no llegaron a su fin, estuvo una catalogación de las medallas bolivianas que iban a realizar con Alberto Derman en forma conjunta. Doy fe que fue mucho más el placer de las reuniones entre ambos con cafés o con una copa de por medio, que el real propósito de llegar a una publicación. Lo que aprendíamos en esos encuentros, de los que tuve el placer de participar, era excepcional y enriquecedor para los tres.
Ingresamos ambos en la misma fecha, a la Academia Nacional de la Historia en la categoría de miembros correspondientes. En su caso, puedo decir que fue altamente merecido. Tuvimos y tenemos en esa institución excepcional, muchos amigos, pero destacamos que también la integraron antes que nosotros, distinguidísimos numismáticos como Burzio, Ferrari, Sánchez Caballero, Eduardo de Oliveira Cézar y hasta hace poco, nuestro entrañable y fraterno José Eduardo de Cara, apasionado, como es nuestro caso, por las medallas.
En una muestra más de sus permanentes optimismo y empuje, Arnaldo nos acompañó, hace poco más de un año, en la creación del Instituto Federal de Investigadores Numismáticos de la República Argentina, con el objetivo de que nuestra ciencia tuviese en el país, verdaderos estudiosos y dedicados publicistas. Es el momento de recordar a Roberto Díaz, otro de los grandes impulsores de dicho proyecto, en cuyo enfoque original trabajáramos junto con Emilio Paoletti y Mariano Cohen.
Sus conocimientos y publicaciones sobre la Ceca de Potosí, eran reconocidos a nivel mundial. La confirmación de esto, es que en 2016, se llevó a cabo en la Villa Imperial un Congreso Internacional de Historiadores y Numismáticos al que asistimos y en el que se le realizó un reconocimiento masivo y un permanente homenaje. Todos los estudiosos presentes de toda América, lo distinguieron como el más importante investigador de aquellas piezas. Toda la población potosina – y no lo digo como una mera imagen, sino como una realidad – homenajeó a los participantes, pero distinguió con honras excepcionales a nuestro amigo.
Esto se repitió en Arequipa en el año 2018. El homenaje más importante, se le realizó en el salón principal de la Universidad local y allí se presentó y se le hizo entrega de una medalla con su retrato. Él había llegado a escribir un trabajo para la ocasión, el que fue leído por uno de sus nietos presentes, puesto que su salud ya no le permitía hacerlo por sí mismo, y otro de ellos, con eficiencia llevó a cabo una traducción simultánea al inglés.
En esa misma aula, en la que la multitud presente lo aplaudió de pie, pudo sentir y recibir todo el reconocimiento y el afecto que el mundo numismático en su totalidad, sentía por él. Los organizadores nos pidieron a mi amigo Eduardo Dargent Chamot y a mí, que hablásemos en representación de todos los participantes.
Eduardo, con sus elegantes palabras, resaltó todo lo que le debíamos los que estudiábamos estas series, pues él había marcado un rumbo y es el que todos estábamos siguiendo. En ese momento, como he hecho en el actual, cuando llegó mi turno y sabiendo que mis palabras eran prácticamente una despedida a mi querido amigo, quise recordar, para él y para mí, a muchos de los que he nombrado antes, y mirando a Arnaldo que escuchaba con los ojos cerrados, veía una emocionada sonrisa, al recordar con cada nombre, las vidas compartidas.
Como hice en Arequipa, al igual que ahora y aquí, no quiero dejar de nombrar a quien permitió que él pudiera llevar a cabo tantos proyectos. Se trata, como todos saben o imaginan, de su mujer y mi querida amiga y consejera, Gladys, tan entrañablemente apreciada por todos nosotros, por Manolo Padorno, por Coco Derman y por quien ha hecho esta breve, muy breve semblanza del numismático y estudioso excepcional que fuera Arnaldo Cunietti Ferrando.
Fernando Chao (h) Buenos Aires, marzo 2019

Como conclusión hizo uso de la palabra Gladys, su querida esposa, quien agradeció a los oradores y a todos los presentes el acompañar a la familia en tan fausto acontecimiento y merecido homenaje.

 

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