6 de Agosto de 1822: Establecimiento de un Cuño Provincial en Mendoza.

Sin títuloEn octubre de 1821 el gobernador de la provincia de Mendoza,  Tomás Godoy Cruz delegó interinamente el mando en quien era desde el 22 de enero su sucesor legal, el hacendado Pedro Molina y Sotomayor.  Electo gobernador de la provincia a fines de octubre de 1821, ejerció el mando a partir de mayo de 1822. Por su parte, el licenciado Pedro Nolasco Videla, que fue nombrado ministro secretario, simpatizaba con las ideas liberales rivadavianas y se encargó de difundirlas en su gobierno y en la provincia.

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Pedro Molina y Sotomayor

Para ese entonces, en el plano político, los problemas más importantes que se presentaron en la provincia de Mendoza fueron: la unión nacional y el Congreso General; la seguridad en el tráfico terrestre; la exención o disminución de los derechos de peaje y protección aduanera para los productos mendocinos.

Por este motivo, el gobernador Pedro Molina y Sotomayor designó al doctor Tomás Godoy Cruz como representante ante el  gobierno de Buenos Aires. Sin embargo, la gestión que realizó Godoy Cruz no sólo se vio fracasada en lo relativo a convocar un Congreso Convencional, sino que también fracasó la posibilidad de la incorporación de Mendoza a Buenos Aires y finalmente cuando se trató  lo referente a la protección de los productos cuyanos, o mejor dicho la rebaja de los impuestos aduaneros de Buenos Aires sobre los productos cuyanos, desde el poder central se planteó que  la provincia de Mendoza podía recabar del gobierno de Chile un mejor tratamiento sobre los productos cuyanos.

Para el historiador Silvestre Peña y Lillo:

 «Mendoza era para los hombres de Buenos Aires una provincia extranjera que debía pedir protección y socorro para su comercio a la República de Chile» [1]

En el aspecto económico y a pesar de continuar en un principio con lancient-mintingas medidas tomadas por su antecesor, Molina y Sotomayor, realizó un manejo discrecional y parcial de los fondos públicos provocando un desequilibrio en el control fiscal, sumado a la crítica situación en que se encontraba la economía provincial. A mediados de 1822 empezó a sentirse en toda la provincia una escasez de numerario, que causaba graves dificultades al comercio y a los gastos de orden. A esta problemática debemos sumarle el abuso escandaloso de la falsificación de la moneda cortada española de la época colonial.

En relación a la falsificación, el cronista de época Damián  Hudson nos releva los siguientes datos:

«El conflicto…llegaba ya al extremo de falsificar escandalosamente la moneda cortada española del tiempo de la Colonia, obligando a los gobiernos de Mendoza, San Juan, La Rioja y otros pueblos, a dictar medidas para atajar tan perjudicial abuso, tan ruinoso desfalco de la riqueza pública y particular»[2]

 Esta crisis económica va a ser bien descripta también por el autor de «Recuerdos históricos»:

«…Principiaba, a notarse en las Provincias de Cuyo, – dice,- una gran escasez de numerario, hasta el extremo de causar grandes dificultades para las transacciones comerciales, y mucho mayores en aquellas de orden económico y menudo de las familias. Las causas de esta escasez, no podían atribuirse sino a la paralización de nuestro comercio con Buenos Aires y demás pueblos del Litoral por el mal estado de los caminos, inseguros por las continuas invasiones sobre ellos de los indios de la Pampa, a las pocas transacciones que en aquellas circunstancias hacíanse con Chile, absorbido, como aliado, en la guerra que sosteníamos contra el poder español en el Bajo-Perú.»[3]

Buscando una solución para la desesperante situación, Molina y Sotomayor se dirigió formalmente a la Honorable Junta Representativa y solicitó el 19 de Julio de 1822 au­torización para establecer una casa de moneda provincial bajo la de­nominación de «El Cuño».[4] 

El gobernador tomará esta medida para solucionar el conflicto monetario y facilitar transacciones en los mercados de la provincia. La respuesta de la Junta se hizo efectiva el 6 de agosto de 1822 sancionando la resolución pertinente, a través de la cual se aprobaba el establecimiento de una ceca provincial para acuñar moneda.

 «La H.J. en sesión de esta fecha, ha sancionado el proyecto de V.S., del establecimiento de un cuño provincial, y en su consecuencia ha acordado proceda V.S. á verificarlo con la economía que exigen las circunstancias en su administración, debiendo fielmente observarse en la amonedación, el peso y la ley de la moneda nacional, tomando por modelo el signo de la cortada corriente por ahora.»[5]

En el libro «Monedas Argentinas de Emergencia 1815-1823» Fernando Chao detallara minuciosamente dicha resolución:

«… en primer lugar, que el peso y la ley deben ser los que tenían nuestras monedas potosinas, en segundo, que se tratará de copiar la moneda cortada, o macuquina, por lo tanto tendrá en una de sus caras las columnas de Hércules y en la otra, la cruz de Jerusalén con los leones y castillos en sus cuarteles, y por último, casi como una letanía de lo que venían decretando las autoridades españolas desde 1773, que sea corriente por ahora, lo que significa que no se pierde el objetivo de extinguirla eventualmente.»[6]

Estando todavía en construcción el Cuño, el Gobernador con gran entusiasmo progresista le hace elevar a la junta, un nuevo proyecto. El mismo consistía en acuñar una moneda de cobre con características provinciales. Es así que el 27 de septiembre, la Honorable Junta dispuso dicha acuñación decretando:

«… 1°. Se establece una moneda de cobre, y su valor será el de el octavo de real de plata.

2°. Su forma será circular, su peso y diámetro será el de uno término medio, entre el medio y el cuarto de real de plata de la nación.

3°. Llevará por un lado grabadas las armas de Mendoza, y por el otro, el número que indique su valor.

4°. Se sellará por ahora de esta moneda, solamente la cantidad de diez mil pesos.» [7]

Como bien detalla dicha resolución su forma (debía ser circular), siendo su peso y diámetro un término medio entre el cuarto y el medio real de plata de la Nación. No obstante, al poco tiempo, lo re­lativo al peso y módulo fue modifi­cado, estableciéndose el 29 de oc­tubre que:

«…El diámetro del octavo de real deberá ser el del real de plata nacional, y su peso el de dos.»[8]

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El día previo a que el nuevo «Cuño» comenzara a funcionar, Molina y Sotomayor da a conocer un bando en el que con gran optimismo le otorga un curso forzoso a la futura moneda mendocina advirtiendo a los falsarios de las penas que podrían sufrir si comenzasen sus actividades ilegales:

«… 1°. Se admitirá y circulará la expresada moneda en toda la comprehensión del territorio y jurisdicción de este gobierno, con el mismo valor y legitimidad que ha tenido siempre la antigua moneda nacional.

2°. Si alguna persona resistiese admitirla, ya sea en el mercado, ya en pago de algun crédito, ó por alguna otra causa, sufrirá una pena pecuniaria a favor del estado, según la naturaleza y circunstancias del caso.

3°. La persona que clandestinamente acuñe esta misma moneda, ú otra cualquiera de las que circulan, sufrirá irremediablemente la pena de muerte y sus bienes serán confiscados.

4°. La mitad de ellos se aplicará a favor del denunciante, caso de haberlo en tan gravísimo crimen….» [9]

Había una gran esperanza depositada en las nuevas medidas, pues entre el pueblo y sus dirigentes existía una firme creencia de que con ella se acabarían los problemas económicos que aquejaban a la provincia y se reactivaría el comercio. El día 23 de noviembre, ante un efímero júbilo popular, oficialmente se inauguró el establecimiento montado. Nuevamente Hudson, nos detalla impecablemente lo sucedido en aquella jornada:

«El 23 de noviembre, entre tanto, fue el día que inauguró Mendoza su cuño con grandes festejos y caluroso entusiasmo, creyendo alcanzar una gran prosperidad y riqueza. Las familias, alucinadas, cediendo al incentivo de la novedad, corrían presurosas a la Casa de Moneda con sus vajillas de plata, con los objetos de este metal que poseían para su lucimiento y servicio; a convertirlos en esa moneda…»[10]

Al poco tiempo, el Go­bierno mendocino, careciendo de fondos suficientes, se vio imposi­bilitado de seguir adquiriendo más plata para amonedar. Dado que las piezas de plata se acuñaban a martillo por medio del procedi­miento tradicional, la forma y peso de éstas eran muy irregulares.

Es necesario hacer una aclaración reproduciendo parte del trabajo «Emisión Provinciales de Mendoza “El Cuño» 1822-1824»:[11] …como bien se describió al principio en el anverso mostraban una cruz cuartelada con leones y castillos; el reverso, por su parte, fue reser­vado para las columnas de Hércu­les sobre olas marinas y la leyenda LV-SVL-TR, además de la indica­ción nominal del valor en la parte superior y al centro. En cada uno de los cuatro cantones de esta cara se grabaron las iniciales P-A / M-A.

Aquí podremos observar las controvertidas interpretaciones:

«…algunos autores, como Enrique Peña (1892: 160) y Santacreu Soler (2004: 446), creyeron que las siglas debían interpretarse como «P(rovin­ci)A M(endoz)A».

Beltrán Martínez (1951: 158), contrariamente, con­sideró que estas letras se corres­pondían a las iniciales del nombre y apellido del gobernador «P(edro) M(olina)», quien era el responsable de la acuñación de estas piezas. Las otras iniciales, pertenecerían al ensayador. Asimismo, este mismo autor cree identificar otras letras distintas (aparte de P-M), pero de las cuales no hay certezas de su existencia en Mendoza. Si bien la postura que adopta Bel­trán asume una forma lógica, no debemos olvidar que sus elucubraciones, en muchos casos, se hacen sobre iniciales que aparecen en monedas desgastadas o de dudosa atribución.

Jorge Echayde plan­teó otra probable lectura de estas inscripciones, a la par que puso en duda la fehaciente atribución de estos ejemplares a la ceca cuya­na. Agudamente, este académico señaló que las letras P y A de los cuarteles superiores debían iden­tificarse con la parte faltante en la inscripción «LVS VLTR», por lo que la leyenda quedaría completa. Para las otras dos letras inferiores (M-A), y dudando de un origen mendocino (así como también de los ejemplares riojanos), Echay­de postuló que podría ser de una abreviación para la ceca de Moyo­bamba, en un distrito minero del Perú.»[12]

Por último y para completar, es necesario agregar el nuevo aporte que encontramos en el libro «Monedas Argentinas de Emergencia 1815-1823» donde Fernando Chao concluye su apartado sobre el cuño diciendo:

«…1- Se han copiado fielmente las macuquinas de Chilecito para lograr su aceptación popular, lo que incluye todas las letras que conforman el diseño del anverso.

2- Se trata de la identificación de la ceca M por Mendoza y de su ensayador A por Arroyo.

3- Nos encontramos con la totalidad de la fecha “M823” equivalente a “1823” y la inicial del apellido Arroyo, responsable del Cuño…»

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Notas:

[1] PEÑA  Y LILLO, SILVESTRE; El gobernador Pedro Molina. Mendoza, Best, 1937

[2] Cabrera Pablo, «Datos sobre la Amonedación de Cordoba y Mendoza», Revista de la Universidad Nacional de Cordoba, Año XX, Nº9 y 10. Cordoba 1933. Pag. 143

[3] Cabrera Pablo, «Datos sobre la Amonedación de Córdoba y Mendoza», Revista de la Universidad Nacional de Córdoba, Año XX, Nº9 y 10. Córdoba 1933. Pag. 143

[4]  ECHAYDE, J. (1904): «Acuñación de moneda provincial, de plata, en Mendoza y La Rioja, desde 1822 hasta 1824», Revista Nacional, Vol. II, Tomo XXXVIII-Ent. V y VI. pp. 249-260.

[5] Chao, Fernando y Otros «Monedas Argentinas de emergencia – 1815/1823» Pag. 121

[6] Recopilaciones de Leyes Numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda. Pag.29

[7] Recopilaciones de Leyes Numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda. Pag.30

[8] Recopilaciones de Leyes Numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda. Pag.30

[9] Recopilaciones de Leyes Numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda. Pag.31

[10] Cabrera Pablo, «Datos sobre la Amonedación de Cordoba y Mendoza», Revista de la Universidad Nacional de Cordoba, Año XX, Nº9 y 10. Cordoba 1933. Pag. 144

[11] Blanco, S. Otaegui J.: «Emisiones provinciales de Mendoza en «el Cuño» (1822-1824).» D&M America, Nº2. Pag.32-37, Junio 2016

[12]  Chao, Fernando y Otros «Monedas Argentinas de emergencia – 1815/1823» Pag. 139

Bibliografia:

* Beltrán Martínez, A. «Notas sobre algunas monedas de Mendoza de los años 1822-1824», Empuries: revista de món clàssic i antiguitat tardaba, 13. Pp.153-161

* Blanco, S. Otaegui J.: «Emisiones provinciales de Mendoza en «el Cuño» (1822-1824).» D&M América, Nº2. Pag.32-37, Junio 2016

* Cabrera P.: «Datos sobre la Amonedación de Cordoba y Mendoza», Revista de la Universidad Nacional de Cordoba, Año XX, Nº9 y 10. Cordoba 1933.

* Chao, F. Cohen, M y otros «Monedas Argentinas de emergencia – 1815/1823» Pag. 119-139

* Cunietti-ferrando, A: «Monedas argentinas. Desde la época colonial hasta nuestros días», Numismática Buenos Aires. Buenos Aires.

* http://historiavirtual.mza.uncu.edu.ar/

* Recopilaciones de Leyes Numismáticas desde 1652 hasta 1935. Museo Casa de la Moneda.

Bibliografia:

* Chao, F. Cohen, M y otros «Monedas Argentinas de emergencia – 1815/1823» Pag. 119-139

 

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