Daniel Frank Sedwick
Este es un caso de “es más fácil pedir perdón que permiso”. La ciudad de Lima, Perú, estaba escasa de moneda de plata y necesitaba remediar la situación antes de pedirle permiso al rey. Durante 67 años, la casa de moneda de Lima permaneció cerrada mientras se acuñaban monedas a un ritmo frenético en Potosí, la fuente de la plata. Para evitar los altos impuestos, los acaudalados dueños de minas enviaban sus monedas e incluso lingotes enteros de vuelta a España, a veces utilizando rutas de contrabando hacia el este, a Buenos Aires. La situación se agravó con el escándalo de la degradación de Potosí y la posterior retirada de la moneda en 1649-1652. Cuando el consejo municipal de Lima sugirió reabrir la casa de moneda en 1658, el virrey, conde de Alba de Liste, consideró que estaba dentro de su autoridad permitirlo, incluso sin el permiso previo de Felipe IV. El perdón eventualmente llegó, pero el permiso nunca lo hizo.
