Ariel Dabbah
Los ensayos monetarios son generalmente misteriosos. No solemos contar con fuentes documentales oficiales que den cuenta de ellos, de los motivos de su existencia o su contenido. Mucho menos su origen o por qué finalmente no fueron considerados. Esto suele deberse a una multiplicidad de factores que los rodean. Uno de ellos es que, a diferencia de lo que podría inferirse, los ensayos no suelen ser solicitados, sino que son ofrecidos. Grandes casas de acuñación, públicas o privadas, grabadores particulares, vendedores de máquinas u otros interesados suelen usarlos como artículos de pretensión. Elementos transitorios para mostrar la calidad de un determinado trabajo o proceso. A veces son los mismos directores de Bancos Centrales o Casas de moneda que los utilizan para graficar una propuesta a los funcionarios políticos de turno. O bien las mismas casas acuñadoras los producen para experimentar o probar materiales y procesos. Por ello, escribir sobre ensayos siempre presupone un ejercicio de especulación mayor que con otras temáticas, obligando a una mirada aguda, a un elevado conocimiento del contexto y jugar un poco al rol del detective, coleccionando indicios y teorías.
